viernes, 19 de abril de 2013

¿Estamos preparados?


Durante la vida estudiantil adulta (ya sea universidad o formación profesional) se aprende gran cantidad de cosas, la mayoría de ellas útiles, otras no tanto. Se adquieren conocimientos importantes que serán muy útiles a lo largo de la vida profesional de cada uno de nosotros pero también se malgasta el tiempo en memorizar datos y fechas que se olvidan al salir por la puerta del aula para dejar sitio en nuestras cabezas a los apuntes del siguiente examen.

Los profesionales del mundo de la educación se afanan en mejorar los temarios y que estos se encuentren adaptados a la realidad de la sociedad, sin embargo la maquinaria es lenta y muchas veces los cambios llegan tarde. Pero más allá de la idoneidad de las materias a estudiar existe un problema estructural que afecta a la mayoría de los planes de estudio, y es que quienes confecciona dichos planes muchas veces se olvidan de que estos también deben tener como objetivo preparar a los alumnos para incorporarse al mercado laboral; por ello lo que debería ser un salto del aula a la empresa mucha veces resulta un abismo insalvable.

Las prácticas en empresas resultan ser una herramienta cuando menos deficiente ya que en muchos casos los/as becarios/as son poco más que "el chico de los recados" y eso en el caso de que las practicas lleguen a realizarse como tal, puesto que basta un poco de picaresca para no tener que realizarlas, y picaresca no es precisamente lo que falta por estos lares. A esto contribuye enormemente la pasividad de los centros de estudio y el escaso (en muchos casos nulo) seguimiento que estos hacen de su alumnado. Que decir de las empresas, muchas de las cuales buscan en los convenios de formación mano de obra gratuita y esperan encontrarse algún genio que resuelva todos sus problemas sin coste alguno.

Hay ocasiones en las que se alinean los planetas y un alumno con ganas de aprender, avispado y dispuesto a trabajar gratis una temporada, realiza sus prácticas en una empresa que valora la formación y ambos sacan provecho de esta relación. En algunos de estos casos incluso la empresa termina contratando al alumno y este progresa dentro de la misma. Si de verdad existen estas situaciones; personalmente conozco varios casos con nombres y apellidos.

Es evidente que no existe un sistema perfecto, pero también lo es la necesidad de mejorar el que tenemos actualmente y para ellos debemos plantearnos cuando acabamos los estudios ¿Estamos preparados para incorporarnos al mercado laboral? Lógicamente, antes o después todos encontramos una empresa donde hacer nuestros primeros pinitos, pero la cuestión es si cuando lo hacemos estamos en condiciones de aportar valor a la empresa.

En algunos planes de estudios se incluye una asignatura de orientación laboral, pero en la mayoría de los casos se limita explicar los tipos de contratos o como se confecciona una nómina, cuestiones que servirán de muy poco salvo a quienes vayan a trabajar en una asesoría laboral o en algún departamento de RRHH.

Realmente debería existir una orientación real sobre lo que es una empresa, y esta asignatura debería ser impartida por profesionales de cada sector con un enfoque eminentemente práctico, no solo tomar apuntes. Los estudiantes deben de ser conscientes de lo que se van a encontrar cuando consigan un puesto de trabajo. Tienen que saber que una vez roto el cascaron del colegio van a cambiar muchos conceptos que hasta ese momento estaban institucionalizados en su vida entre ellos la valoración del merito, pero de eso hablaremos otro día. Cuando estemos preparados.

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